Sentarse una noche a ver ShowMatch es una decisión que se toma a riesgo de saber, positivamente, que en el acto nos arrepentiremos por la gran cantidad de minutos estériles que invertiremos frente a la pantalla absorbiendo presentaciones complacientes, autobombos y publicidades y promociones cuyos beneficios nunca disfrutaremos. El premio, en todo caso, puede estar en dejarse envolver un rato por producción infernal que no se mide en gastos, deleitarse con una performance virtuosa de buenos bailarines y, claro, en mirar sin intermediarios la polémica que al otro día estallará en las redes sociales, las radios y los programas de tevé.
En la gala de ayer sobresalió la catarata de críticas que recibieron por parte del jurado Matías Alé y su novia, Sabrina Ravelli, cuando agitados todavía por las piruetas de la performance, tuvieron que sobreponerse a devoluciones durísimas que sonaron como una cachetada tras otra. Difícilmente en el archivo de estos siete años del Bailando pueda encontrarse algo tan parecido al ensañamiento como lo de ayer. Y eso que Graciela Alfano no estaba en el tribunal. A nadie le quitará el sueño, pero parece que al galán Matías Alé, eterno ganador, le tocó esta vez morder el polvo de los humillados. Así son las reglas del show.
En otro pasaje, Marcelo Tinelli desempolvó sus viejos oficios de conductor irresponsable y armó en un ratito una comedia a partir del loro que trajo al estudio Miriam Lanzoni (la explosiva mujer de Alejandro Fantino), y hasta se sacó una selfie con el pajarraco en el hombro que todavía anda cosechando clics.
Pero lo mejor de la noche (y de varias galas) fue el monólogo de Diego Reinhold, que debutó en la pista con la bailarina Lourdes Sánchez, y en la presentación se despachó con un monólogo de cuatro minutos en los que hilvanó sin respirar más de 30 nombres del mundo Tinelli. El relato incluyó desde Carina Jelinek, a Marcela Feudale, pasando por Nacha Guevara, Moria, Solita y hasta Iúdica (con exclamaciones y todo). Y lo hizo con la gracia y el talento que los cordobeses le descubrimos cuando vino por Carlos Paz integrando el elenco del primer Stravaganza.
Aquella experiencia con Flavio Mendoza no terminó del todo bien entre ellos, y hubo una breve referencia al final del monólogo, cuando dijo que había sido "muy duro" perder todos los derechos de ese espectáculo, pero no ahondó en el asunto.
A la hora de bailar, el dúo resultó correcto, discreto, y se llevó un puntaje promedio que le garantiza una próxima vuelta, para la cual Tinelli le pidió que trajera otro monólogo. Y Reihold, lamiendo el micrófono de su jefe en un gesto de humor bien procaz, prometió que sí. Ojalá que cumpla.
Uno de los momentos más altos en lo que va de ShowMatch fue el monólogo del multifacético artista. Luego, en el baile, tuvo una actuación discreta, correcta. Pero poco importó.