El reality MasterChef, el programa que busca a los mejores cocineros aficionados de cada punto del planeta, ya tiene su edición argentina, que debutó el domingo a las 22.15 por Teleocho. Y si se mide por la expectativa que generó, habría que decir que ya tiene ganada su buena porción de éxito.
Con el vértigo de una edición exquisita, buena parte del primer capítulo sirvió para semblantear un poco al jurado, integrado por el italiano Donato de Santis, el francés Christophe Krywonis y el argentino German Martitegui (uno más ácido que el otro a la hora de dar sus opiniones) y para husmear en las expectativas de los 5.500 aspirantes que llegaron al casting. La cámara incluyó en el paneo a estudiantes, amas de casa, profesionales, mecánicos, empleados y desempleados de toda condición, género y edad, que tenían en común el amor por la cocina y el entusiasmo de poner al fuego sus sueños.
Ganar el trofeo de MasterChef significa cobrar los 250 mil pesos de premio y editar un libro de recetas, pero tanto los candidatos como los televidentes comprobaron que lo más picante del asunto se concentra en el camino.
Cuando pasó el primer colador, de aquellos miles quedaron sólo 300. Después, los 50 que pasaron la segunda saranda tuvieron la difícil misión de enfrentarse cara a cara con el tribunal para que probaran sus sabores. Y allí, cada jurado hizo gala de las dosis justas de perversión para dar el veredicto. Nadie regala nada, pero con su abultada barriga, quedó claro que el chef francés será claramente el más benévolo. El italiano es tan efusivo y simpático como drástico, y el argentino es el más amargo de los tres.
Alto guiso
El primer capítulo sirvió también para conocer a algunos de los candidatos: una cantante pop en retirada, una ingeniera química muy filosa, un estudiante crónico que cocina desde los 8 años, un viajero empedernido y Oscar "Toto" Fernández, un promotor vecinal que trabaja codo a codo en los comedores con los curas villeros, y que cautivó a todos con su humanidad.
Simple y gigante, se paró ante el jurado para preparar "un guisado de vegetales con una carne tiernizada, y fideos cinta al huevo", y cuando terminó se sinceró: "Esto es un alto guiso. Un guiso carrero". Después contó que una vez en el comedor de la villa le cocinó al Papa Francisco. "Yo le cociné a Bergoglio", aclaró.
A estas alturas, ya poco importan las críticas que trascendieron acerca de la escasa transparencia de la selección. Según las redes sociales, Toto es el gran candidato.
Con Mariano Peluffo en la conducción (ya un consagrado en el género), quien por ahora sólo se reserva el rol de animar a los participantes, la competencia continúa el próximo domingo. Y ahora sí, los que quedan van por todo.
Si no viste el primer programa, podés verlo a continuación:
La competencia que busca al mejor cocinero aficionado ya tiene su versión argentina. Y también sus candidatos. ¿Cuál es el tuyo?