Alerta: Si no viste aún el séptimo capítulo de Historia de un clan(que ya se emitió por Telefe pero aún no en TNT ni en TNT Go), este texto tiene spoilers.
- Nuestro comentario del primer capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del segundo capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del tercero capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del cuarto capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del quinto capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del sexto capítulo de “Historia de un clan”
- Nuestro comentario del séptimo capítulo de “Historia de un clan”
Bendecidos o malditos. De acuerdo a cómo se los mire, los Puccio pueden estar debajo de uno de esos mantos. Condenados por los crímenes que vienen cometiendo. O perdonados según su particular manera de concebir la vida devota.
En el octavo capítulo, cada vez más cerca del desenlace (serán 11 los episodios), la liturgia cristiana estuvo presente más que otras veces. Primero, con el velatorio florido del Coronel, breve despedida del personaje histórico de Tristán. Pero también, porque la presencia de un cura en la casa Puccio fue lo más potente en términos narrativos de un episodio que podría calificarse como de transición entre lo que se venía cocinando y lo que saldrá del horno en las próximas y últimas entregas.
Con esa facilidad para que un secuestrado los lleve a otro, el Coronel pidió a Arquímedes ser velado en un lugar clave para el próximo operativo, la funeraria de Ángela (Verónica Llinás, en un personaje inspirado en la real Nélida Bollini de Prado), mujer de buen pasar y la que se convierte en la nueva “huésped” al final de esta entrega de la serie. “Generoso el viejo, nos dejó este negocio sabiendo que no podía participar”, señala Puccio padre, que aventura cuáles fueron las turbias participaciones de la mujer con los cadáveres de presos políticos.
Más tarde, en el hogar-dulce-hogar de los Puccio, el cura llega a saludar a la familia. “Qué clase de cura sería usted si no le vio la cara a Dios”, le espeta Arquímedes, con el tonito de compadrón desagradable que cada vez se afianza más. Dos momentos poco devotos del cura: bendice la casa familiar “desde las entrañas”, es decir, desde el sótano que es claramente un calabozo, y guarda el secreto. Más tarde, escucha a Silvia, la hija mayor, sincerarse con el brote místico en el que le entregó su cuerpo a un hombre y quedó embarazada. Y traiciona ese secreto al contárselo a la madre. Pero del sótano del infierno, ni una palabra a nadie.
En tanto, la novelita Lolita-Humbert Humbert entre Adriana, la hija menor Puccio, y Laborda llega a uno de sus vértices. Arquímedes toma cartas en el asunto (tras reprocharle a Díaz, el otro de la banda, que es peor ser “buche” que denunciar a un pedófilo) y junto al hijo mayor, Daniel, aprietan a Laborda. La frase del episodio es la amenaza extraña del padre de familia, que apunta con una pistola a Laborda y le dice: “No te mato porque hay algo más importante que tu vida y estamos a un paso de concretarlo”. ¿Se vengará el personaje de Pablo Cedrón? ¿Será esa una de las microtramas que guardan para el desenlace?
Presiones y compromisos
Mientras tanto, Alejandro intenta tímidamente distanciarse del negocio familiar, aunque nunca con la suficiente convicción y siempre atrapado por las presiones del padre, que encuentra la fisura de su debilidad: con qué dinero se irá a vivir con la novia si no es con el que ganan con los secuestros extorsivos.
Dos detalles de la verosimilitud en suspenso de esta ficción: a nadie entre los allegados a los Puccio parece llamarle la atención que la familia viva del aire (ninguno tiene un ingreso definido) y nosotros los espectadores ya nos olvidamos de que la serie está inspirada en una historia real: tiene vida propia.
Cuando están por traer a la señora de la funeraria al “hotel transitorio” de la casa, Alejandro justo decide armar una reunión con sus amigos. Su padre, que no tolera su manera sutil de enfrentarse a los planes, lo amenaza: “Esto va a terminar mal”. Es la segunda vez en el episodio que alguien pronuncia esa frase. Y nosotros sabemos que funciona como un vaticinio.
Finalmente, la mujer de la funeraria es secuestrada, esta vez en una escena sin estridencias, con la ya clásica canción de Intoxicados de fondo. Y ya en el calabozo, Alejandro se le acerca, se quita su máscara (gesto que podría ser visto como un acta de defunción, pero que por conocer el caso real sabemos que no tendrá ese final) y le dice: “Ahora tenemos un secreto”.
Detalles históricos, observaciones y obsesiones
-Arquímedes estuvo particularmente literario en este capítulo, con dos frases:
“La vida no es sueño, es teatro” , le dice a la nueva huésped.
“Puedo ser camisa, puedo ser bolsillo. Puedo ser corbata o un calzoncillo. Puedo ser remera, puedo ser cordones. Puedo ser chaleco o unos tiradores. Pero nunca un botón”, le recita a Díaz, poema de "un amigo anarquista, Nolbelto”. Guiño punk.
-Es al menos la segunda vez que suena una canción de Lou Reed en la serie. Se trató de Sad song, temazo. También sonaron otras canciones. Adriana, la hija menor, le cantó a capella a Laborda Tomo lo que encuentro, de Virus.
-Un poco de humor negro nunca viene mal. Estuvo esta vez en boca de Epifanía: “Mis hijas tienen obsesión por estos temas lácteos”.
-Mientras el cura bendice el sótano del terror de los Puccio, el primer plano de Arquímedes, con sombras en cada rasgo de su cara, parece una escena de la película El gabinete del doctor Caligari.
-Seguimos esperando para saber cuál es la función del personaje de Belén, la monja amiga de Silvia. Asoma hasta ahora como el costado mísitico-gay-libre-amistoso del personaje de la hija mayor de los Puccio, pero aún no queda claro qué rol jugará en los próximos capítulos.
-Otra de las frases de doble sentido de la noche fue la de Epifanía, que le advierte a su hija mayor al enterarse de que “entregó” su cuerpo a un desconocido: “¿Por qué exponerte a una situación tan peligrosa y tan anti-higiénica? Te podrían haber secuestrado…”.
Repasamos cómo fue el episodio ocho de la miniserie sobre los Puccio. Quién murió, quién es el nuevo secuestrado. Alerta de spoilers.