Julio Chávez: "Soy muy vulnerable y sensible"

Durante muchos años Julio Chávez estudió astrología y podría decirse que es un conocedor de esta disciplina, que analiza la relación entre el comportamiento de las personas y la acción de los planetas. Un saber que lo emparenta con Antonio Cruz, el médico de un pueblo que, agobiado por los tormentos del pasado, un día decide ejecutar una serie de crímenes y matar a un representante de cada signo del zodíaco. 

A los 56 años, el personaje que Chávez encarna en la ficción comenzará a cobrarse 46 años de cuentas pendientes con la vida y con San Rafael de los Penitentes, el pueblo que lo vio nacer y crecer atormentado por el secreto que guarda desde sus 10 años, relacionado con la muerte violenta de su madre. 

Signos, programa producido por Pol-ka y la internacional Turner (que genera y distribuye contenidos para señales como TNT, CNN, HBO) se emitirá por la pantalla de El Trece (El Doce, en Córdoba) desde este miércoles a las 23 y se repetirá los jueves a las 22 por la señal TNT, aunque por ahora sólo en la Argentina. 

Después de dejar su sello en Tratame bien (2009), El Puntero (2011) y Farsantes (2013), Julio Chávez ya se convirtió en un convocado ineludible de la selección de Pol-ka. Lo mismo pasa con Daniel Barone, el director más rendidor de la productora que encabeza Adrián Suar. “Es un gusto haber establecido un matrimonio muy querido con este equipo que me dio comodidad, confianza, exigencia, gusto y aprendizaje”, dijo el actor en diálogo con VOS. “Otros necesitan renovarse, yo no, soy canceriano”, soltó en un guiño de complicidad con el programa que en 16 episodios lo mostrará pendiente del calendario astral a la hora de matar.

Astrológico

“La astrología no es una excusa, forma parte de una estructura y no hay errores en lo que dice el guion respecto de cada signo ni en lo que Antonio articula como naturaleza de aquel al que tiene que matar”, aseguró con ánimo de tranquilizar a los amantes del tema.

Por supuesto, aclaró que no se trata de un programa sobre esa disciplina ni intenta formar ni satisfacer los gustos o necesidades de ningún astrólogo. “Pero nadie va a poder decir que lo que se dice no es correcto. Podrán decir que no es completo pero no que es falso”, aclaró.

Chávez compartirá el papel protagónico con la actriz Claudia Fontán. Ella será María Laura, su hermana, quien en su rol de comisaria del pueblo deberá perseguir a este asesino del zodíaco. 

Sereno, el hombre se asume como parte de una maquinaria que produce entretenimiento y reconoce que la propuesta que le toca encabezar no cambiará la historia de la televisión. “Esta ficción está hecha para sumar a la continuidad de un oficio y a la existencia de un hecho social que es que los seres humanos nos contamos historias. En una tribu una viejita puede pararse y contar un cuento y acá un canal de televisión a las once de la noche les va a contar un cuento, atravesado por otros elementos como el bombardeo de noticias y otras cosas propias de un tiempo como este”, asumió sin eufemismos. 

Los avances de Signos muestran cómo unas manos aprestan una motosierra, preludio tal vez de una carnicería humana, mientras alguien lee en voz alta las predicciones de la página del horóscopo en el diario “Géminis: tenga cuidado con los objetos cortantes”. La mezcla de sangre con pinceladas de humor resulta atractiva para Chávez: “Creo que por muchos motivos será un programa divertido en un punto y a la vez una tragedia en un formato televisivo que me gusta mucho”.

Durante muchos años se dio por cierto que había actores y actrices de teatro y otros propios de la televisión. La llegada de Julio Chávez a la pantalla chica se dio con continuidad y resultados que ayudan a desalentar esa idea. “Me siento contento, satisfecho y agraciado de poder arribar a los 59 años con un oficio que para mí entendimiento no debe ser para un espacio determinado. Sentir que mi ideología y mis principios de trabajo pueden prestar servicios a una enorme audiencia es un gran triunfo. Cuando hice Farsantes decían que me arriesgaba a perder lo que había logrado y sin embargo para mí fue una apuesta muy importante”, sentenció. 

Se fuerza la máquina 

La presencia en la producción de un socio internacional como Turner no representa para el protagonista de Un oso rojo ni una novedad profesional ni un motivo para sumar preocupaciones. “Yo vengo de la experiencia de Epitafios en HBO hace casi diez años. Cuando decían ‘hoy vienen los de HBO’, temblaba todo. Mandaban de nuevo el material y había que rehacer muchas cosas. Acá no existe eso, yo no sentí ninguna presión”, aseguró, aun cuando sabe que tanto el elenco como la dirección están inmersos en un engranaje que no manejan. 

“Esta es una industria que ubica a los directores en un lugar de creadores, pero al mismo tiempo atravesados por las necesidades de la industria. Yo no vivo en una burbuja, me llaman para cumplir una función. Yo no tengo todas las riendas en mi mano, conozco las reglas del juego, ejecuto mi oficio después del cámara-acción y comprendo las circunstancias que manejan el medio”.

Esa maquinaria que expende sus productos a través de la pantalla chica también expuso la figura de Julio Chávez en programas de chimentos cuando surgieron conflictos entre él y Facundo Arana, con quien compartía cartel en Farsantes. Al evocar esos meses, el actor asume que aunque sobre aquel tema nunca miró programas en los que hablaran de él ni aceptó responder nada, la situación lo afectó. “Soy muy vulnerable y muy sensible”, planteó.

Chusma, chusma

Sin embargo, la curiosidad y una dosis moderada de cholulismo en sangre lo llevan a reconocerse espectador de programas con panelistas y especialistas en vidas ajenas: “Soy muy chusma y a veces los miro largamente. Hasta me angustio porque además siento que ellos existen y yo no, como si yo no tuviese un espacio expresivo y envidiase ese lugar. Por suerte, siempre acuden a mí grandes autores y digo esto que veo ya lo dijo Shakespeare o está en algún texto de Harold Pinter”. 

Convencido de que en definitiva todo lo que emerge del televisor es parte, en mayor o menos medida, de una suerte de ficción, Chávez asegura que si bien se divierte con esa parte de la programación de la pantalla chica, finalmente es su formación la que lo rescata “de las aguas de ese Riachuelo” y lo lleva a otro espacio donde no se queda “ni resentido mi criticón”, tranquilo y a la amparo de “pensadores que hacen que uno no se ahogue en el sentido común porque parte de la trampa es que te hagan creer que tenés que quedarte ahí”. 

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