Lo bueno de sentarse a comer con Mirtha Legrand es que el plato se sirve a punto y dicen que es delicioso y refinado, que se paladea de a bocaditos, pero la sobremesa se extiende durante toda la semana como si fuera una bacanal.
Es difícil determinar qué empieza primero, si la pregunta o la respuesta. Si la consulta es una piedra tirada al aire en el patio de un recreo lleno de niños o la respuesta tuvo la liviandad de un trasatlántico. Pero ya todos los invitados saben que si quieren multiplicarse en la pantalla como los panes de Cristo, es cuestión de presentarse por el comedor con la ropita bien planchada y la lengua más afilada que el cuchillo de plata que encontrarán sobre la mesa de las rositas rococó rosadas.
Que lo desmienta Damián Szifrón si no, que entre bocado y bocado, ante una pregunta sobre la inseguridad (un tema recurrente de los almuerzos) contestó que el capitalismo es una fábrica de pobres y, en ese marco, se declaró un delincuente vocacional. De novedades como esas se nutren los almuerzos. "Yo si hubiese nacido muy pobre, en condiciones infrahumanas, si no tuviera las necesidades básicas cubiertas, creo que sería delincuente más que albañil", soltó el realizador, enmudeciendo el rechinar de las copas de cristal.
Días después, mientras en los medios no se hablaba de otra cosa que de esa frase y explotaban de éxito las boleterías de Relatos salvajes, el cineasta seguía publicando explicaciones, aclaraciones y disculpas por el (berp) exabrupto.
Hace una semana, la indigestión vino con Pablo Echarri, invitado para hablar de Arrebato, el policial que llegó esta semana a los cines. Claro que la película fue sólo el aperitivo, porque Mirtha tenía otros planes para el plato principal. "Vos estás muy identificado con este gobierno y se dijo por ahí, disculpáme que saque el tema, que eso te había favorecido en otorgarte créditos para tu productora", le preguntó, con excelentes modales y el tono que usaría una vecina del barrio. Igual de educado, y de contundente, Echarri le dijo que eso era falso: "Soy kirchnerista por propia convicción".
"¿No te molesta la inseguridad que vivimos?", inquirió Mirtha. Y el actor se zambulló de lleno en esas aguas de la polémica: "Sí, y la he vivido en carne propia. En 2002 secuestraron a mi papá", recordó, y dijo que fue muy doloroso, y que no podía evitar apuntar que la banda que mantuvo cautivo a su padre tenía conexiones con la Policía. "Eso hoy, más allá de que lo que vos llamás inseguridad siga estando profundamente enquistado en el país, ya no existe", aseguró Echarri, ignorando más de una noticia, como la del gendarme "carancho", por ejemplo.
"¡Salú!", brindaron los productores que comenzaron a ver cómo el insulto contra Echarri se volvía tendencia en la red social Twitter.
Arrebato no tuvo el eco de Relatos salvajes ni en la boletería ni en la crítica, pero hay que reconocer que la mesa de Mirtha funciona como una herramienta de difusión poderosísima para cualquier evento cultural. Aunque la promoción se sirva en bandeja con un mal trago.
Extraño gusto el de los invitados de ir a sentarse a una mesa donde siempre encontrarán una pregunta envenenada, para la que, claro, llevan una respuesta recalentada en el microondas.
Y extraño placer también el de los televidentes, que saborean esos momentos como sibaritas: el sitio del canal que emite los almuerzos (www.eltrecetv.com.ar) destaca entre los cinco momentos más vistos del programa el pasaje en que Mirtha dialoga en tono confidente con Jorge Lanata sobre cuántos gramos de cocaína consumía diariamente en su época de mayor adicción; o los sollozos de Nazarena Vélez, en primer plano durante tres bloques, destruida, hablando sin poder dejar de temblar tras el suicidio de su marido.
Para este domingo, la mesa invita con placeres como Ivo Cutzarida, el actor que vivió 13 años en Estados Unidos y que cuando regresó por el país encarnó interesantes personajes en tiras como Malparida o Graduados, que acaba de estrenar en teatro y de grabar la miniserie Pan y vino, pero que en la última semana se dedicó a pasear su porte de galán por todos los programas de TV para despotricar contra la inseguridad. Ya dijo de todo y en forma vehemente: que los ladrones tienen que estar presos o muertos, que quiere jueces "con pelotas", ya fue a programas donde lo apoyaron, donde lo cuestionaron y donde se quebró y lloró. Pero Mirtha seguramente pondrá sus buenos modales al servicio del menú del día y junto a su invitado, encontrará el modo de alimentar el rating y darnos el gusto del disgusto. Buen provecho para todos.
Los almuerzos de Mirtha Legrand sirven cada domingo un plato que combina preguntas envenenadas con respuestas recalentadas en el microondas. Buen provecho para todos.